El expresidente Donald Trump ha reavivado la polémica con su reciente promesa de deportar hasta 20 millones de migrantes indocumentados en caso de regresar a la Casa Blanca. Su plan, respaldado por figuras clave como Stephen Miller y Thomas Homan, contempla utilizar la Guardia Nacional y asegura que llegará «tan lejos como lo permita la ley». Este ambicioso proyecto supera, incluso, las cifras récord de deportaciones del gobierno de Barack Obama en 2012.
Con un tercio de los migrantes en Estados Unidos provenientes de México, la atención se centra en el país vecino. De los 11 millones de indocumentados, alrededor de 4 millones son mexicanos. Esto plantea un gran desafío para el gobierno de Claudia Sheinbaum, quien asegura que su administración está preparada para recibir a los connacionales, aunque expertos como Guadalupe González cuestionan esta afirmación. «En temas como recepción de migrantes y mitigación de remesas, seguimos rezagados», afirma la internacionalista.

México ha tomado medidas preventivas, como reforzar sus 53 consulados en Estados Unidos con capacitaciones, servicios de asesoría y el lanzamiento de la aplicación «Botón de Alerta» para proteger a los mexicanos en riesgo de deportación. Sin embargo, el reto no solo radica en la recepción, sino también en la estabilidad económica ante la posible imposición de aranceles del 25% a las importaciones mexicanas, otra de las promesas de Trump.
Mientras tanto, Sheinbaum insiste en la necesidad de abordar la migración de manera multilateral, colaborando con países como Honduras y Ecuador para atender las causas profundas del fenómeno. Sin embargo, el panorama sigue siendo incierto, y la pregunta persiste: ¿podrá México soportar el impacto de un plan migratorio tan agresivo como el de Trump?