Nos contaron los abuelos que hace tiempos en las islas caribeñas, con el alma colombiana y ribereña, existían hombres y mujeres de recia estampa, con colores de carnaval sin penas que recordaron en la fiesta y las verbenas, el sentir de la historia que se canta. Ya se prenden las velas y se escuchan los pregones y al sonar de los tambores la vaina se pone buena y que allí sale la cumbiambera con su parejo alentao y batiendo su sombrero vueltiao, con risas y gozo entre la mochila, sale y grita de alegría: ¡Que viva la juerga, hay fiesta e historias en Barranquilla!
Y cuando los tambores empezaron a sonar, los vecinos del barrio aplaudieron y las Farotas de Talaigua por fin salieron a bailar. Los guerreros alzaron sus enaguas y batieron sus pavas al ritmo de los paraguas, llevando color y memoria, en esas faldas que recuerda a Talaigua, una tierra humilde y llana de cantaoras como la momposina y la gran bailaora: la inigualable Etelvina. Y aquí es cuando se asoman los congos llevando machete en la mano y alegría en sus caras, de presentar su alegría con ganas para el pueblo colombiano. Llevan en alto su tocado y su estola a la vez que a la mujer faldea y en esas se cuela la muerte sin que la vean, juguetona y descarada, y detrás viene la vida desvelada, vigilando que no se le ocurra un disparate, porque cuando en Barranquilla el cuerpo se agita entre la danza y el fulgor se grita y allí es donde sale la descarada soltando la carcajada para empezar el combate.
Danza en la ciudad. Domingo, Noviembre 17, 2019 – 2:00pm. Escenario Al Aire libre La Media Torta.
Fuente: Danza en la ciudad