Hay millones de personas con ansias de retomar algunas actividades fuera del hogar en cuanto lo permitan las autoridades. Sin embargo, esta no es la realidad para muchas personas en el mundo. Por el contrario, tan solo la idea de regresar al exterior les causa pavor a raíz de lo que se conoce como el ‘SÍNDROME DE LA CABAÑA’.

Rosa Inés Posada Villa, docente de psicología de Areandina, explica que el miedo es el factor de mayor peso en las manifestaciones sintomáticas de este síndrome. “El temor hace que las personas tengan mayores dificultades para retomar aquellas actividades propias de la cotidianidad, desarrollen alteraciones somáticas, psicológicas y obviamente sociales. Surgen conductas ansiosas, erráticas, fallas en las habilidades sociales, etc. El miedo funciona como una barrera que, no solo impide llevar a cabo las labores más sencillas de manera independiente, sino que genera distorsiones cognitivas, pensamientos obsesivos, imposibilidad de entrar en contacto con otros y salir de la casa al punto de ser incapacitante”, dice.

 

ansiedad-y-miedo-a-salir-de-casa.jpg

 

Normalmente, como lo señala la experta, el miedo altera la percepción en la persona y genera una visión distorsionada de la realidad en la que el hogar es el único espacio donde puede resguardar su integridad. Sin embargo, no es una condición únicamente provocada por el miedo a contraer la enfermedad en el exterior, sino también por el cambio abrupto que significa retomar costumbres, hábitos, y actividades del día a día que se habían perdido durante los períodos de cuarentena.

Aunque no se trate de una patología (pues se considera un estado anímico, mental y emocional), Posada recalca que es una condición que debe ser atendida por un profesional de la salud mental. “Es importante considerar que quienes se identifican con el síndrome pueden poseer síntomas asociados a trastornos de base que se desencadenan o exacerban con el confinamiento”, añade Posada. Después de todo, como lo menciona, los efectos que puede tener el síndrome no son solo emocionales, sino también cognitivos e inclusive motores, al punto de incapacitar e impedir que realice actividades comunes y corrientes.

La experta también señala que todo tipo de personas puede padecer el síndrome o desarrollar los síntomas. “Aunque pueda existir fragilidad y predisposición a este tipo de situaciones en algunos casos, las circunstancias son percibidas e impactan de manera diferente a cada uno. Por eso, no hay una condición ni un rasgo de personalidad específica que determine quién puede o no verse afectado”.

 

87639.jpg

 

Sobre la forma en que se puede empezar a tratar el ‘Síndrome de la Cabaña’, a través de un proceso de intervención, Posada explica: “Los expertos recomiendan, en este caso y de manera paulatina, diseñar un plan de trabajo que le permita a la persona alcanzar metas a corto plazo, realizar cambios positivos y estimular el logro para que, poco a poco, vaya dejando de lado aquellas ideas obsesivas y pensamientos distorsionados que enfatizan el miedo. En este aspecto el profesional de la salud mental aporta significativamente con su acompañamiento. Eso sí, todo esto, tomando las medidas de protección y precaución necesarias de manera consciente y responsable”.

 

 

Pin It on Pinterest