Judy Hazbún nos sorprendió con un enfoque sostenible que nos dejó a todos reflexionando sobre el poder de la moda para crear un impacto positivo. Dos protagonistas se destacaron en esta pasarela extraordinaria.
El primero fue la «Camisa que habla», una prenda confeccionada con amor y destreza por manos de mujeres privadas de la libertad en la cárcel El Buen Pastor en Barranquilla. Estas camisas llevan mensajes que son una expresión auténtica de las emociones de Judy, afirmaciones que la ayudaron a reconstruirse como mujer y empresaria en estos tiempos desafiantes postpandemia.
El segundo protagonista fue el concepto de «Closet emocionalmente sostenible». Judy nos inspiró a utilizar menos piezas de ropa, pero con más versatilidad, alentándonos a realizar un ejercicio de construcción de marca personal. En un mundo donde la inteligencia artificial nos reta a pensar por nosotros mismos y a buscar nuestra creatividad innata, este concepto nos anima a salir de nuestra zona de confort y explorar nuevas dimensiones de estilo.
La pasarela de Judy Hazbún fue un testimonio de que la moda puede ser más que una declaración de estilo; puede ser un vehículo para el cambio, la expresión y la inspiración. Judy nos recordó que la moda tiene el poder de unir a las personas y de contar historias que van más allá de las telas y las costuras.