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Las revoluciones industriales han generado la producción de cientos de objetos tecnológicos con el propósito de facilitar las actividades de tipo industrial. El consumismo desmedido y la economía lineal han llevado a la demanda y fabricación masiva de productos al servicio de las masas, introduciendo en el mercado nuevos materiales y materias primas para su fabricación.

Este consumismo desmedido ha desencadenado que con el pasar de los años la vida útil de los objetos sea cada vez más corta, permitiendo un ciclo sin fin de consumo y desperdicio, que no solo afecta las economías familiares, sino que a la vez impacta de manera negativa al medio ambiente.

Según el director del programa de Diseño Gráfico de Areandina, Ricardo Garzón Bello, esta era de “comprar, usar y tirar” se debe a la obsolescencia programada, la cual es un modelo de negocio heredado históricamente que surgió como una estrategia de reactivación económica en el siglo veinte después de la guerra. Con el fin de aumentar la producción de bienes, las nuevas políticas de la industria empezaron a desmejorar los productos como estrategia para generar más ventas.

Esta nueva era de consumo surgió con empresas como Phillips y General Electric las cuales firmaron un documento en el que acordaban limitar la vida útil de sus productos de 2.500 horas a 1.000 horas, con el propósito de lograr mayores beneficios económicos.

Sin embargo, la obsolescencia programada no es un paradigma en el que existe un villano que sería la industria, por el contrario, hay una cadena de actores, entre ellos el consumidor, que han llevado al diseño, producción, distribución y venta de productos de manera acelerada.

 

OBSOLESCENCIA PSICOLÓGICA

El consumidor juega un papel fundamental en la obsolescencia programada, ya que sin personas ansiosas por comprar “lo último en moda” o personas que no vean un segundo uso o reparación de sus productos no habría demanda ni producción de los mismos.

Según la docente del programa de Psicología, Luz Karine Jiménez, la obsolescencia psicológica está relacionada con el consumismo sin límites que ejercen personas, es una tendencia a adquirir y consumir bienes y servicios que en algunos casos la gente no necesita.

 

OBSOLESCENCIA PROGRAMADA Y MEDIO AMBIENTE

Los cambios acelerados del mundo y las nuevas formas de consumo han llevado a una afectación significativa para el medio ambiente, ya que no solo se fabrican productos a alta demanda, sino que hay un desborde de desechos de objetos, que no solo pierden su vida útil, sino que ya no cumplen con las expectativas que demanda la actualidad.

Según el docente de la maestría en gestión ambiental de Areandina, Hernando Hermida, se prevé que para el 2025 se generarán 53,9 millones de toneladas de desechos procedentes de productos electrónicos, que están en diversos territorios del mundo, lo que se podría denominar vertederos de teléfonos, computadores o electrodomésticos.

Un informe de la ONU calcula que al año se genera un aproximado de cincuenta toneladas de residuos electrónicos, y solo el 20% de ellos es reciclado adecuadamente.

Según Hermida, el problema más visible de la obsolescencia programada al medio ambiente es la basura electrónica, y explica que cuanto menos dura la vida útil de un producto más unidades del mismo se desechan y estos generan un impacto mayor, ya que los mismos están compuestos por metales y químicos.

 

LO ÉTICO Y LO SOCIAL

La producción masiva de objetos desechables impactó drásticamente la vida de miles de personas, afectando los recursos hídricos y los suelos y dejando huellas irreparables en el planeta. En ese panorama es imprescindible el papel de los futuros profesionales y su aporte desde lo ético y lo social en la era del humanismo digital.

Para Garzón Bello, el antagonista de la obsolescencia es reparar, ya que alarga la vida útil de los productos y genera menos extracción de maneras primas. Reparar es mitigar el impacto ambiental y genera ahorro de dinero.

El director del programa de Diseño Gráfico de Areandina considera que la comprensión del daño al planeta juega un papel clave para que las industrias a través de sus equipos de diseño creen productos amigables con el medio ambiente, de fácil degradación. Para él, trabajar desde la innovación y la sostenibilidad mejora significativamente el panorama ambiental.

Por su parte Astrid Navarro, coordinadora de Responsabilidad Social de la misma institución en su sede en Valledupar, considera que en la obsolescencia programada juega un papel clave la economía circular, la cual permite que sobre todo los consumidores aporten con pequeñas acciones a la disminución del uso y desecho de productos a gran escala.

Para ella acciones como repensar antes de comprar, reparar, reciclar y regalar permiten alargar el uso de los bienes y limita el impacto de los mismos para el medio ambiente, ya que al alargar la vida útil de los productos genera una menor demanda, una menor producción de los mismos y por supuesto disminuye la cifra de objetos desechados.

 

 

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