Este martes 21 de noviembre, se festeja el Día Mundial del Vestido. Una fecha marcada en el calendario para reconocer la importancia cultural y la influencia de esta prenda en la moda y en la sociedad a lo largo del tiempo. El vestido ha influido tanto, que ciertos estilos siguen siendo referencias hasta el día de hoy.
Es prácticamente imposible precisar cuál fue el primer vestido de la historia. Inicialmente, eran prendas muy funcionales y simples, diseñadas más por necesidad y disponibilidad de materiales, que por moda o estatus. Por ejemplo, de acuerdo con FARFETCH, el destino número uno para la industria del lujo moderno, después de las prendas simples hechas con pieles de animales o telas tejidas por las mujeres del período prehistórico, cuya esencia aún se aprecia en propuestas como midi Davidge de JOSEPH, un par de momentos importantes en el uso de los vestidos se remontan a dos culturas milenarias.
En el Antiguo Egipto (c. 3000 a.C.), las mujeres usaban túnicas simples y rectas, generalmente hechas de lino, denominadas kalasiris. Cubrían el cuerpo desde los hombros hasta los tobillos, y pueden considerarse uno de los primeros ejemplos de vestidos. Aún se emplean prendas largas similares, a menudo en eventos exclusivos y cenas lujosas, apegándose a tendencias como el retrofuturismo, donde los acabados metálicos son la constante. Una muestra es el nuevo vestido tipo sirena con lentejuelas de Dolce & Gabbana, o este drapeado con placa elaborado por la casa parisina Coperni.
Para los años 500 a.C., en la Antigua Grecia se usaban el peplo y el chitón, igualmente en forma de túnicas largas que solían sujetarse con broches en los hombros; estilo que ahora cobra vida en vestidos tejidos como los de la diseñadora alemana Jil Sander, una artista referente desde 1966 que en pocos días cumplirá 80 años de vida. Ya entrados en el siglo XX y XXI, los vestidos se han vuelto cada vez más elaborados y variados, gracias a los cambios en la cultura y en las normas sociales, pero sobre todo a los avances en la tecnología textil. Para los expertos de FARFETCH, tres vestidos icónicos que marcaron estos años, fueron:
El «Little Black Dress» de Coco Chanel (1926) – Vestido negro y sencillo que revolucionó la moda, al introducir un concepto de elegancia atemporal y versatilidad en el vestuario femenino. Se convirtió en un básico para las mujeres de todo el mundo. Combinando esa esencia con el gusto actual por lo entallado, y en línea con la tendencia de “Slashes and Shreds” para la spring season 2024, en el mercado hay opciones muy variadas como The Elisa de Solace London, un exclusivo vestido de manga larga con diseño asimétrico de LaQuan Smith, o algo todavía más corto sin perder la formalidad: el vestido Plana de GAUGE81.
El vestido blanco de Marilyn Monroe (1955) – Diseñado por William Travilla, quien se dedicó principalmente al teatro, cine y televisión, esta pieza plisada fue inmortalizada por la legendaria actriz en “The Seven Year Itch”, en la famosa escena donde “accidentalmente” se levanta por una corriente de aire. Se trató de todo un símbolo de sensualidad y glamour. El blanco será un trend color que, según los editores de moda, también dará de qué hablar a inicios del 2024, con vestidos más ligeros que coquetean con las transparencias, como son: el Saskia de The Attico, el Devi tipo corto de ZIMMERMANN, o este vestido largo a capas de Matteau, firma reconocida por su perfil sustentable y por lo tanto tiene la etiqueta “Elección responsable” dentro del marketplace de FARFETCH.
El Versace de Jennifer Lopez (2000) – Durante la entrega de los Grammy al inicio del nuevo milenio, JLo causó revuelo no sólo por el pronunciado escote de su vestido verde elaborado por Versace, sino también por influir en la creación de Google Imágenes y dar un giro a los estilos con toque naturalista.
Dejando el verde y los escotes atrás, un par de propuestas igual de frescas son este vestido bordado con lentejuelas de Elie Saab, ideal para las fiestas de fin de año, y el modelo Lewis de la firma Reformation, de venta sólo en FARFETCH.
Los gustos cambian, pero hay vestidos que nunca pasarán de moda. Significan un motor del diseño, y ya no son de uso exclusivo para la mujer. Reflejan momentos culturales importantes, tendencias en la industria de la moda y dan identidad a las personas que los portan con orgullo. Nada mejor que el Día Mundial del Vestido, para darle un refresh al guardarropa.